jueves, 17 de enero de 2008

"México, de lejitos..."

"No hay mayor pretención en esto que pensar en un libro como el vehículo de comunicación entre tú y yo. Por el esfuerzo de leerlo, está dedicado a ti. Solicito tu venia, lo dejo en tus ojos y espero que encuentre acomodo en el regazo de tu silencio y la complicidad de tu sonrisa".

Así escribió Emilio Ebergenyi Matos (1950-2005) en el prólogo de su libro México de lejitos, en el cual compendia las notas del viaje que realizó por Argentina y Chile en 1994, días después del asesinato de Luis Donaldo Colosio (23/03/94), candidato a la presidencia de México.

He aquí unos fragmentos de dos textos en los que nos comparte sus impresiones sobre las capitales de ambos países sudamericanos hace 14 años:

¡Buenos días, Buenos Aires!

"...Eres altiva, esquiva y sabés lo que tenés, pero no soporto tu histeria hecha ruido.
"Claro que lo celeste de tu cielo te sigue haciendo bella desde esta esquina en la que contemplo tu paso rápido, que apenas te permite condescender a mi guiño. Caminás aislada en tu walk-man, impenetrable por tu gafa oscura, con tu greña al vuelo de los aires que te pintan, pero a veces adivino tu mirada clara, enmarcada en cabo oscuro y que me muerde al esquivarme.

"Te parecés a tu tránsito, en donde todos se acosan y están a punto de chocar y en el instante preciso, todo se detiene. Me fascina tu coqueteo constante, por eso me apuesto en esta esquina de Córdoba y Reconquista.

"Uno de tus policías corta el aire apurando el paso de tu sangre, parece que le da nalgadas a la tarde. Es un cabo con las esposas al cinto. No comprendo su uniforme, es como si hubiera salido de la calle con la pijama todavía a cuestas.

"Le mostré este texto a Don Mario, uno de los socios de La Esquina. Me dijo: 'Está lindo... ¿Sabés?, vos escribís jazz.' Me fui contento, como cuando me daban el domingo."

Llegada a Santiago.

"Después de un mes en Buenos Aires, chin-chin si no te hacés porteño. Me hubiera gustado explorar más el lunfardo y los giros del malevaje nocturno. Pero no. Ahora estoy en otra ciudad que me recibe con acentos diferentes.

"¡Bendito el español, que permite acariciar el oído de tantas maneras! La dulzura de nuestra lengua puebla nuestra conversa.


"... Hace más de veinte años de una pesadilla y los chilenos no perdieron la dulzura del habla. Pero Santiago se ha hecho vieja en el silencio del polvo. Pareciera que todo está cubierto por un olvido fino y callado que ha hecho triste todo: las fachadas de los edificios, las hojas de los árboles, los rostros de la gente.

"Que me perdonen los "Chicago Boys", pero el sonado auge de Chile se queda en pocas manos. En la calle circula una humanidad depauperada. Es un pueblo de trabajadores un tanto desvencijado. La gente circula con una marca de desesperanza en al cara. El gris es el color distintivo de su cielo y lo envuelve todo."Aunque después unos días uno le va tomando el gusto a la ciudad, descubriendo sus rincones y secretos, sus partes coloridas y la sobriedad antigua de su centro elegante e histórico, no exagero al decir que el golpe del 73, fue tan duro que marcó indeleblemente la forma en que se comporta esta sociedad.

"Los argentinos padecieron una dictadura, guerra sucia y desapariciones, es cierto. Pero lo que vivió Chile fue más brutal y sangriento y dejó la herida que no cierra.

"Hoy, parado frente al Palacio de la Moneda, recordándolo humeante, maltrecho y bombardeado y viéndolo ahora restaurado, pude exorcisar un fantasma del que no había podido desembarazarme."


Emilio Ebergengy fue también muy conocido por su participación en teatro, como conductor de varios programas en Radio Educación, por su voz en el algunos capítulos de la serie "México Siglo XX" y de varios documentales sobre naturaleza en Canal 22.

En esta imagen Emilio Ebergenyi aparece ante el micrófono de Radio Educación, en la cabina que actualmente lleva su nombre junto al de José Vasconcelos. (Foto: Alejandro García Vicente).

Finalmente, he aquí una muestra de la participación de Emilio Ebergenyi tomada del programa "De puntitas", dirigido al público infantil de Radio Educación (1060 A.M.):














5 comentarios:

Hippie !!! dijo...

:] Enserio son bonitos los textos!
A referirte a Buenos Aires? te refieres a Argentina? porque al leerlo pues si pareciera la capital de mi pais donde la gente camina apurada y se olvida de si misma... gracioso? absurdo?... como sea, hay que saber apreciarlo, en medio de versos de algunos tangos callejeros.

Amigo, "papeleras" son las plantas de celulosa... estamos en lucha contra Botnia, que es una papelera instalada en Uruguay y que contamina nuestros rios (los de Argentina). Asi que bien, esperamos que se haga algo al respecto... aparte los mapaches estan enojados! jajaja

Gracias por visitar mi blog una vez mas... las puertas estaran siempre abiertas... o al menos hasta que me divierta agregando entradas!

Amor y paz para ti!

Anónimo dijo...

Bueno, parece que eres uno de los pocos que nos recuerdan que existe, porque aún lo hace, uno de los pocos locutores que me han sorprendido y que realmente extraño. Vaya, que desde su ausencia (física) no me sabe el oido, ¡que sí lo extraño! aunque no es familia. Que ya no vivo insomnio obligado para escucharlo en la madrugada. Te agradezco por decirme, sin hacerlo, que no soy el único que, de vez en cuando, recuerda esa voz nítida que ya no se irradia. Simple y sencillamente, ¡GRACIAS! por mí, por él.

Alejandro Larracilla Baltazar dixit

Hippie !!! dijo...

ANIMO AMIGO!
MANDE OTRA ENTRADA AL BLOG! :)

AMOR Y PAZ!
ESTOY PERFECTA DE SALUD ^^ GRACIAS POR LAS BUENAS VIBRAS Y ALEGRIA AL PUEBLO HERMANO!

Yin dijo...

No sé cómo llegué aquí... pero gracias! Encontrar escritos como este sobre mi papá logra que sonreir se vuelva una tarea menos difícil en ocasiones.
Ingrid Ebergenyi.

Umar dijo...

¡Vaya, qué sorpresa! Bienvenida a este espacio.

Este fue un pequeño homenaje que quise hacer después de releer algunos textos de "México de lejitos". Luego me puse a recordar esas mañanas en que me despertaba escuchando las noticias y luego me iba a la facultad escuchándolo en "Su Casa y otros viajes". Cómo se extraña al buen Emilio. Y vaya que era grande, al menos así me pareció cuando lo vi en "1822, el año en que fuimos imperio". En fin, cómo no admirar a alguien así. Personas como él sí que lograban hacer que sonreir fuese un acto menos difícil.

Finalmente quiero agregar que doy gracias a Emilio Ebergenyi por haber existido, pues en parte me gustaría ser un poquito como era él. Por eso pienso que es una fortuna llevar en el corazón algo de su sangre. Felicidades.

Saludos cordiales.