sábado, 26 de diciembre de 2009

Apología del café

Un año más que se termina y aunque uno no escribió tantas entradas como hubiese querido, antes de acabar el 2009 quisiera consagrar este post a esa bebida que desde hace mucho ha resultado ser la mejor aliada en esas mañanas en que uno se levanta con los ojos pegados y sale de casa, aún con el aroma a sábanas, tropezando a causa del sueño que se lleva en la espalda: el café.


¿Qué haría uno sin el café? Sea en casa, en la calle, en la ciudad, en el país y en el mundo, nos alegra la vida y nos la hace menos insoportable, desembarazándonos de la pesadez del sueño.


He ahí la razón por la que me es imprescindible tomar café antes de entrar al uficho. Por esta razón, tras la consuetudinaria solicitud de un ‘americano bien cargado’, bastaba con que el dueño de la cafetería me viera a unos metros de su establecimiento para que me lo empezara a preparar.


Por lo fuerte de mi brebaje -hasta se me ha dicho que daría igual si me comiera a puñados los granos de café y me los pasara con agua caliente-, los opresivos brazos de Morfeo caen como listones rotos y me permiten entrar de lleno a las actividades diarias con el ánimo de la cabra del pastor Khaldi, aquel etíope a quien se atribuye el descubrimiento de las bondades del café al notar los efectos que provocaban en una de sus cabras la ingestión de ciertas drupas rojizas.


A pesar de todo lo malo que se dice del café –que si roba el calcio de los huesos, que si provoca insomnio o provoca gastritis-, millones de bebedores de café (empleados, mercaderes, snobs, campesinos, escritores, trasnochados, platicadores, comadres chismosas, adivinadores, amas de casa, etc.) no pueden estar equivocados: ¡el café rifa!


Sin más preámbulos -y so pena de convertirme en un apologista más de la cafeína- quisiera presentar algunas citas respecto al café obtenidas en el artículo “Reflexiones cafeinómanas” de la revista Algarabía No. 38, correspondiente al mes de septiembre de 2007, algunas de las cuales también se pueden encontrar en el Wikiquote sólo en su versión en inglés:


Reflexiones cafeinómanas:


“El café llega a mi estómago y, en seguida, hay una conmoción general: las ideas empiezan a moverse como los batallones de la Grand Armée en el campo de batalla y la refriega da inicio. Los recuerdos llegan a todo galope; marchando al viento; la caballería de las comparaciones me ofrece magníficas descargas; la artillería de la lógica se da prisa con las municiones e inicia el ataque con tiros certeros; las frases llegan y las hojas de papel se llenan de tinta, ya que la lucha comienza y termina con polvo de café, así como las batallas lo hacen con pólvora.”

Honoré de Balzac


“Claro que el café es un veneno lento, hace 40 años que lo bebo.”

Voltaire


“El café es una bebida que te hace dormir... si no la bebes.”

Alphonse Allais


“Se cambia más fácil de religión que de café.”

Georges Courteline


“Ningún café es bueno al gusto si no ofrece antes un sutil aroma a nuestro olfato.”

Henry Ward Beecher


“Una mujer es como una buena taza de café: la primera vez que se toma, no deja dormir.”

Alejandro Dumas


“Yo creo que el género humano ha logrado tantos avances no por su inteligencia, sino por tener pulgares oponibles... para preparar café.”

Flash Rosenberg


“Tomar café descafeinado es como besar a tu hermana.”

Bob Irwin


"Si tuviera sueños serían como el humo de mi café."

Carly Simon


“Si no hay café para todos, no habrá paz para nadie.”

Ernesto ‘Che’ Guevara


“Si fuera mujer, usaría el café como perfume.”

John van Druten


“Detrás de toda gran mujer hay una nada despreciable cantidad de café.”

Stephanie Piro


“Podría medir mi vida en cucharadas de café.”

T.S. Eliot


“El café nos torna serios, profundos, filosóficos...”

Jonathan Swift


“El café es para despertar, el café es para trabajar, el café es para vivir, el café es vida.”

Tim Parsons


De cafeinómanos anónimos:


El adicto total: “No tengo problemas con la cafeína... tengo problemas ‘sin’ la cafeína.”


El amenazador: “Nunca te interpongas entre mi café y yo.”


El comparativo: “Una mañana sin café es algo así como el sueño.”


El culposo: “La conciencia mantiene en vela a más gente que el café.”


El daltónico: “¿Qué si me gusta el café negro? ¡Qué! ¿Hay de otros colores?”


El despierto: “La gente dice que no toma café porque luego no puede dormir; en cambio, yo, dormido, no puedo tomar café.”


El Edipo: “Mamá es ese ser maravilloso que despierta en las mañanas sin necesidad del aroma del café.”


El exagerado: “Mi café es tan fuerte que despierta a los vecinos.”


El impaciente: “La eternidad es el periodo de tiempo que tarda en estar lista la primera cafetera de la mañana.”


El inquisidor: “El café descafeinado es la mezcla del Diablo.”


El instructivo: "Humano instantáneo, sólo agregue café."


El lógico: “Si no tiene cafeína no es café.”


El magalómano: “Con suficiente café podría dominar al mundo.”


El megalómano con variante arquimédica: “Denme un café de apoyo y moveré al mundo.”


El metafísico: “¿Existirá vida antes del café? No. Existe vida 'después' del café."


El perseverante: “Renunciaría al café... ¡Pero yo nunca renuncio!”


El pesimista: “En cuanto te sienes con tu taza de café, tu jefe te pedirá que hagas algo que durará exactamente lo necesario para que se enfríe.”


El realista: “El sueño es sólo un síntoma de la privación del café.”


El reivindicador: “La cafeína no es una droga... ¡Es una vitamina!”


El rencoroso: “Ni amigo reconciliado, ni café recalentado.”


“Un buen café debe ser negro como la noche, caliente como el infierno y dulce como el amor.”


Finalmente, antes de despedir este año –justamente mientras en la calle se escucha esa antiquísima canción que dice “Yo no olvido al año viejo porque me ha dejado cosas muy buenas...”-, he de terminar esta entrada, en primer lugar deseandoles un excelente 2010 y, en segundo lugar, haciendo eco a las palabras del cafetero creyente, aquel que afirma: “Todo el mundo debería creer en algo... Yo creo que me haré otro café.”


¿Ustedes gustan?


Origen de las imágenes: Genciencia y El desinformal.