"Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia".
Replicante a Deckart en Blade Runner.
Otra doménica que se va, que se ha ido. Uno todavía recuerda el ambiente de la calle durante la última noche del 2008. Esa noche decidí pasarla en solitario. Esto me permitió notar a muchos párvulos del vecindario arrojando cuetes, a pesar de que su venta está prohibida. Pude percibir también el silencio que imperó pocos minutos antes de que el 31 de diciembre llegase a su fin. Una hora después, se recomenzó la quema de cuetes, se puso música para baile y el personal bailó.
Ya más temprano, a cierta hora en que usualmente la gente está despierta, la calle estaba tranquila, casi muda. Volví a dormir y no desperté sino hasta las tres de la tarde de ese jueves, justo cuando las personas habían retomado su habitual modo de vida: había pasado la euforia.
Parecería que a partir de ese día se acabaron los buenos deseos publicitados hasta el hartazgo; se terminaron las vacaciones; Israel seguía -y sigue- matando palestinos indiscriminadamente en
Mañana es lunes de nuevo. Qué rápido se va el tiempo en la adultez. En un abrir y cerrar de ojos se está aquí, luego ya no. En un rato despertaré, desayunaré y haré todo lo demás. Después de salir de casa, recomenzaré la rutina del métro, boulot, dodo. Sin embargo, en las circunstancias actuales, de incertidumbre e inestabilidad laboral en el país, agradeceré profundamente poder hacerlo por muchos días más.